La noche del 9 de Enero de 1986,en una finca rural ubicada a metros de la ruta provincial 17 que corre paralela a la sierra del pajarillo y que une la ruta nacional 38 con el paraje conocido como las grutas de Ongamira, se encontraban tres integrantes de la familia Gómez Doña Esperanza, su hermana Sara que residía en Buenos Aires y su nieto Gabriel de 12 años de edad que vivía en la vecina localidad de Cruz del Eje y que como todos los veranos pasaba sus vacaciones en casa de su abuela.
Siendo, pasadas las 22 horas se encontraban a la luz de un farol de kerosene, ya que por aquellos años la casa no tenía energía eléctrica, jugando una partida de naipes. La noche era muy calurosa como corresponde a la época estival de la región al norte del Valle de Punilla, por ello las puertas y ventanas de la modesta vivienda se encontraban abiertas; de pronto doña Esperanza cree escuchar el ruido de un auto que parecía llegar a la finca. Al fijar su atención en este sonido interrumpió el juego que también habían percibido Sara y Gabriel. A continuación vieron que una potente luz roja penetrando por ventanas y puertas, iluminó toda la habitación; ante el estupor de los tres, se incorporaron de sus sillas y se dirigieron hacia la ventana que da al frente de la casa y vieron una luz roja muy grande que corría de un lado al otro por las lomadas del Pajarillo y momentos después la vieron sobrevolar la chacra y luego se posó sobre el sauce que se encontraba a unos diez metros de la casa. Doña Esperanza sintió mucho miedo ya que pensó que esa luz podía dejarlos ciegos porque la luz era verdaderamente enceguecedora, y junto a Sara se retiró a las habitaciones interiores mientras llamaban enérgicamente a Gabriel que se había quedado inmovilizado en la ventana observando ese extraño objeto que tanto pánico le había provocado a su abuela y a su tía.
Doña Esperanza le dijo a Gabriel si quería cerrar la ventana. Cuando fue a cerrarla, a través de la reja vio la luz. De pronto se prendió la luz roja y no la pudo ver bien, pero cuando se prendió la clarita, lo podía ver mejor. Lo primero que pensó era la luz mala, porque venía de la sierra y no podía ver bien que era. Se veía cada vez más grande y se movía balanceándose y cuando apagó la luz roja la pudo ver bien.
“ Era una cosa redonda con esas ventanillas. A la altura de estas, alumbraba la luz roja y la de arriba era clarita, me dio mucho miedo y luego de cerrar la ventana me acosté pero la espíe por la ventana de mi habitación mientras pensaba que el ruido que escuchamos al principio pudo ser un auto pero nada tenía que ver con la luz que vi. porque esta no hacía ruido, si realizaba constantes cambios de luces entre la clarita y la roja; inclusive cuando esta se apagaba, se apreciaba una pelota achatada que mostraba desde los bordes externos unas líneas de luz blanca, como tubos fluorescentes que se dirigían a su centro. Mi abuela no cree en estas cosas pero lo que vi no era un avión y no hacía ruido.”-esto era lo que decía Gabriel.
A la mañana siguiente llegó a la casa el hijo de Doña Esperanza, Manuel Gómez, que regresaba de su trabajo nocturno y al pasar por la ruta frente al Pajarillo observo una extraña mancha ovoide de color negro sobre la ladera sur-este del Pajarillo. Al comentar luego con su familia esta circunstancia, estos le relataron la noche de miedo que habían pasado. Gabriel se interesó por la ubicación de la extraña huella y así pudo certificar que estaba en el mismo punto desde donde él creyó ver venir el objeto en dirección a la casa de su abuela.
Fue tanta la sorpresa de Manuel por el relato de su familia y la aparición de esa fracción de pastos quemados en la sierra, que decidió ensillar dos caballos y acompañado de Gabriel se dirigieron al lugar.
El primer intento del primer día fue fallido ya que equivocaron la senda por eso un tanto desilusionados regresaron, pero con la fiel promesa de volverlo a intentar al día siguiente. Así fue como por fin bien orientados llegaron al lugar. A Gabriel le pareció raro lo que veía. Estaba todo quemado en una gran superficie pero de una forma curiosa ya que la paja brava estaba quemada en la parte superior, de abajo nada; algo muy diferente a los acostumbrados incendios forestales que son tan frecuentes en la zona.
Días después, como Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Capilla del Monte, recuerdo:”Una mañana llegó a mi despacho un vecino relatando que en la zona del Pajarillo había aparecido una extraña mancha quemada justo frente a la finca de los Gómez. Esto no se porque me llamó la atención y comenté el incidente con el señor Intendente, ,Don Diego Sez quien casualmente era amigo personal de la familia Gómez. Y de pura curiosidad organizamos una excursión a la zona. La comitiva se completó con la presencia del entonces Diputado provincial Andrés Argañaraz, el fotógrafo Municipal Don Raúl Ochonga, el señor Intendente, el menor de sus hijos y yo.
Cuando llegamos a la zona estaba lloviendo y las nubes tenían un plafón muy bajo. Llegamos a la finca donde nos recibió Doña Esperanza amablemente, a quien interrogamos sobre lo sucedido días atrás.
Doña Esperanza nos relató todo el miedo que habían vivido aquella noche, pero nos sugirió que habláramos con Gabriel ya que él era quien más sabía del suceso. Para ello teníamos que desplazarnos unos kilómetros hacia Ongamira, donde el niño se encontraba jugando con unos amiguitos y hacia allí nos dirigimos.
Hallamos a Gabriel jugando con sus amiguitos. Este era un niño común, con esa imagen de ingenuidad que tienen los niños de su edad en esta parte de Córdoba. Nos narró con total simpleza los hechos ocurridos en la noche del 9 de enero; inclusive dibujó en el suelo arenoso del lugar en donde nos encontramos, la forma del objeto que él vio aquella noche.
Nos narró también la excursión que realizó con su tío Manuel para comprobar aquella misteriosa quemazón sobre la ladera del Pajarillo y ante nuestra consulta se ofreció a llevarnos hasta el lugar donde según él, se podía ver con total propiedad esa extraña mancha. Subimos a los autos y nos dirigimos al lugar.
Cuando llegamos al lugar nos dimos cuenta que ya habíamos pasado por el sitio desde donde se observaba la misteriosa marca que no vimos por las nubes bajas que presentaba una pequeña tormenta de verano. Al descender del auto, la visión de esa especie de pelota negra que quizás alguien había olvidado sobre esa vegetación verde esmeralda, brillaba de una manera especial como consecuencia de la lluvia caída momentos antes.
El espectáculo era fascinante. Raúl, el fotógrafo municipal preparó sus cámaras y comenzó a registrar imágenes que al correr de los años se fueron convirtiendo en un documento formidable que luego recorrió todo el mundo. Mientras los demás nos interrogamos con la vista ¿que era aquello?, estuvimos realizando distintas consideraciones quizás todas ellas tan absurdas, como equivocadas. Luego nos dispusimos a desandar el camino hacia Capilla del Monte.
Al llegar se me ocurrió informar a La radio de la Universidad de Córdoba este extraño hecho. El conductor del programa, Claudio Salinas (ver)que se emitía en esos momentos me permitió salir al aire para contar lo sucedido en el Pajarillo. Este informe lo copió la agencia de noticias TÉLAM, que lo transmitió al País y a todo el mundo. Luego. A los pocos días una legión de periodistas, investigadores y curiosos, por qué no?,comenzó a llegar al lugar.
Sin saber absolutamente nada ,un investigador del equipo de Fabio Zerpa, causalmente había elegido a Capilla del Monte para pasar sus vacaciones. Durante el viaje hubo de hacer una parada en Villa Carlos Paz y en una kiosco de venta de diarios se enteró desde los titulares de los matutinos que algo misterioso había sucedido en una Sierra llamada del Pajarillo. Enseguida su fino olfato de investigador le indicó que podía estar ante un fenómeno unido a la temática OVNI. Y para colmo el suceso había ocurrido cerca del lugar donde pasaría unos días de descanso.
Al llegar a Capilla del Monte, se alojó en el camping municipal y una vez instalado se dirigió a entrevistarme , ya que había informado a la prensa sobre los detalles del acontecimiento. Luego de la reunión donde se interesó de los pormenores del caso, me solicitó ayuda para trasladarse al lugar, entrevistar a los testigos y si era lo que suponía comenzar con la investigación de campo.
Luego en la finca de los Gómez, y realizar la entrevista con los testigos, su experiencia en la investigación le hizo reparar en un detalle que los funcionarios habían dejado pasar. El sauce en donde Gabriel avistó detenido el objeto, 24 horas después comenzó a deshojarse como si algo misterios hubiera acelerado su tiempo biológico. El investigador recogió algunas de aquellas hojas, las puso en una bolsa de plástico, para luego ser analizadas en laboratorio. Pero mucho antes de estas conclusiones científicas, aquel añejo sauce protagonizó otro hecho sorprendente.
A los pocos días, comenzó a florecer nuevamente para recuperar todo su hojas y seguir su vida normal como si nada hubiera pasado. ¡ ¡Si!,…algo había pasado, meses después me envió un informe realizado en un importante laboratorio de Buenos Aires donde se pudo comprobar que aquella «cosa» que Gabriel vio detenida sobre la copa del sauce, por un método desconocido «chupo» toda la clorofila de aquel árbol. Esta realidad se comprobó tratando de hidratar las hojas, cosa que resultó imposible.
Vale la pena puntualizar que esta circunstancias habían podido certificarse en otros descenso de OVNIs en distintas partes del mundo.
Conclusiones atípicas, también ofrecieron los estudios realizados con los insectos, la tierra, las cenizas, la poca vegetación que quedó sin mientras la sociedad capillense después de este fenómeno se psicotiza de una manera tan sorprendente como natural. Los periodistas e investigadores siguieron llegando tratando de descubrir la verdadera entidad del fenómeno.
Quien llevó una inteligente y silenciosa investigación de campo fue el licenciado Ángel Díaz, reiteradamente y en solitario volvió al Pajarillo para rastrear todos los elementos que se pudieran recoger sobre el terreno. Esta paciente investigación fue dejando la conclusión que estábamos ante un hecho muy misterioso pero que encajaba con el fenómeno OVNI, máxime si se lo unía a los relatos de la familia Gómez.
Es honesto reconocer que otros investigadores elaboraron la hipótesis de que la huella la produjo un incendio natural que se inició en la parte baja de la ladera del Pajarillo y que luego, tras un brusco cambio de viento se apago formando espontáneamente ese gran semicírculo de vegetación quemada. En lo personal me pareció una explicación absurda ya que tendríamos que ignorar la presencia del OVNI la noche anterior sobre la finca de los Gómez. Y un dato interesante es mencionar que esta conclusión se elaboró durante un día de trabajo. No obstante y en homenaje a la intención de descubrir la verdad auténtica, interrogamos sobre esta posibilidad a baqueanos del lugar que habían visto quemar la sierra por incendio naturales en forma frecuente y estos nos miraban con una sonrisa irónica y contestaban:” mire don , yo no sé lo que produjo esa mancha pero un fuego que cambia de dirección por el cambio del viento, no me lo creo porque cuando el fuego arranca quema y quema. Puede apagarse por la llegada de un fuerte cambio de viento, pero por lo menos hasta ahora nunca dejó un dibujo tan perfecto.”
Una opinión muy cualificada se recibió de un integrante del cuerpo de bomberos de Capilla del Monte: Raúl (Pancho) Lobos que como muchos otros llegó al lugar atraído por la curiosidad y con su amplia experiencia de hombre que había luchado contra el fuego con frecuencia en la sierra, expresó una serie de consideraciones que fueron muy útiles para la interpretación del fenómenos del Pajarillo. En principio consideraba improbable que la huella fuera producido por un incendio natural, sí pensaba que se podía haber provocado, pero hubiera exigido una serie de elementos como logística y un buen número de personas para lograrlo sin dejar de desconocer que los continuos vientos que se registran en la zona alta de la sierra, hacían la tarea casi imposible. Otro tema que le llamó la atención fue el cambio de coloración de las piedras que se ennegrecieron en la parte superior de una forma muy misteriosa. Hubiera sido muy dificultoso haberlo hecho con un soplete o con lo que fuera, una por una. Otro dato interesante que encontró, fue que la paja brava quemada que tapizaba el lugar, mostraba que la quemazón estaba por encima del terreno y que fue afectada por la onda de calor. La poca que quedó en el lugar, demostraba que se había quemado de arriba hacia abajo, diferente hubiera sido si el fuego se hubiera arrastrado por el terreno.
Los insectos encontrados dentro de la huella ofrecían unas particularidades sorprendentes, ya que los mismos estaban como momificados, en su parte exterior intacta pero estaban vacíos por dentro, como si algo misterioso hubiera vaciado todos sus líquidos vitales. Algo que sorprendió fue el hallazgo de un pequeño batracio que ofrecía las mismas características de los insectos pero además, su piel no había cambiado de coloración, situación que si hubiera ocurrido, si hubiera sido afectado por fuego, estábamos ante algo tan misterioso como sorprendente.
Sí suponíamos que aquí había terminado la historia, la realidad nos demostraría que no era así.
Un año y medio después ocurrió otro hecho sobre el Pajarillo que agregaría a esta historia una dosis mayor de incomprensible misterio, la hemos denominado Segunda Fase Huella del Pajarillo